¡Nos estamos congelando!, exclaman las mujeres cuando se cruzan en un pasillo mientras salen a almorzar o a buscar algo de calor, ¿te suena familiar?.
Con frecuencia escuchamos comentarios de empleados de oficinas quejándose del frio incluso en el verano y paradójicamente en países tropicales, donde pareciera que hay que tener una vestimenta de invierno sólo para estar en la oficina.
Sabemos que el tema de la termorregulación es uno de los retos más complejos del confort en las oficinas, pues es utópico complacer al 100% de los trabajadores cuando de temperatura se trata. En general pareciera que las damas son más friolentas que los caballeros sin contar factores individuales que juegan un rol determinante en la termorregulación (uso de medicamentos, género, peso corporal, embarazo, enfermedades endocrinas, ubicación con respecto a las salidas de aire, entre otras).
Con frecuencia escuchamos comentarios de empleados de oficinas quejándose del frio incluso en el verano y paradójicamente en países tropicales, donde pareciera que hay que tener una vestimenta de invierno sólo para estar en la oficina.
Sabemos que el tema de la termorregulación es uno de los retos más complejos del confort en las oficinas, pues es utópico complacer al 100% de los trabajadores cuando de temperatura se trata. En general pareciera que las damas son más friolentas que los caballeros sin contar factores individuales que juegan un rol determinante en la termorregulación (uso de medicamentos, género, peso corporal, embarazo, enfermedades endocrinas, ubicación con respecto a las salidas de aire, entre otras).