viernes, 28 de noviembre de 2014

Cada cabeza con Chikungunya es un mundo

Dra. Yohama Caraballo-Arias

No todos los pacientes “son de librito…”


Con esto de las enfermedades emergentes nos topamos con la ya famosísima Chicungunya en Venezuela. A la “Chincunguña, Chicuguya, Chincumbunya, chicunesa!” Como le dicen algunos pacientes, hasta canciones le han sacado!

A principios de año, cuando leí la primera vez sobre este virus, confieso fue una lectura rápida y la sentí como lejana, tan lejana como Tanzania (de donde viene el virus), pero al cabo de pocos días el interés crecía naturalmente, especialmente después que vi la primera paciente decaída, cabizbaja y encorvada que caminaba lento a pesar de estar en su sitio de trabajo y aunque no fue en la consulta sino en un comedor de una empresa, le pregunté ¿qué tienes?, y dijo “es un virus de esos que está pegando”, y yo le dije ”¿no es Chicungunya verdad?  Y me contestó: “no! Me hicieron unos exámenes y me dijeron que no”, luego de conversar un rato me mostro sus tobillos cubiertos de una equimosis extraña y un edema particularmente localizado, el edema no dejaba fóvea y el color era extraño. . . días después dejé de verla y a la semana reaparece, al conseguírmela me dice: “Dra. Si era Chicungunya, me hicieron otras pruebas y esto no se lo deseo a nadie!”. Han transcurrido un par de meses y la Señora aún usa “tobillera” y camina lento pues persisten los síntomas en sus pies

Otra mañana, de estas ajetreadas de Caracas, un Sr. tocó a mi puerta y me dijo mientras se tocaba repetidamente su mano derecha: “hay doctora me duele el pulgar… ¿qué será?”. Lo interrogo y no había fiebre, no rash, no malestar sólo el dolor en su dedo pulgar e índice izquierdo que le dificultaba cargar peso, y como su cargo implicaba manejo, levantamiento y traslado de carga le dije que descansara ese día y me mantuviese al tanto al día siguiente, pero este sr. tampoco volvió al otro día, regresó a los 4 días con un reposo por Chicungunya, el Sr. José manifestó haber tenido “una alergia” en la piel y fiebre luego del día de nuestro encuentro.

Otro caso, fue el de la Sra. Cruz quien me buscó porque tenía un ojo rojo y una erupción en la piel, no había otro síntoma, salvo una ligera incomodidad (no fiebre, no dolor articular) que en horas se convirtió en dolencias que no le permitían moverse por sí misma ni para ir al baño y estuvo en cama 10 días con poquísimo apetito pero un enorme malestar. Fue Chicungunya!

Una jovencita (sin fiebre, sin conjuntivitis, sin tobillos hinchados) sólo con un rash en tórax, cuello y brazos, que no picaba, ardía ni molestaba, es más lo notó porque se vio el cuello cuando fue al baño. Le pedí que esperáramos a ver como evolucionaba el cuadro y al otro día no llegó, y me enteré por terceros que también tenía Chicungunya!

El más reciente fue de una paciente con dolor en la articulación del tobillo izquierdo y edema (que no dejaba fóvea), con ausencia absoluta de otros signos o síntomas y en horas evolucionó hasta convertirse en Chicungunya.

Y así han venido apareciendo casos, en una ocasión fui a la Universidad (UCV) y en un departamento de 8 personas habían 3 casos de reposo y una persona incorporada pero con artritis en las articulaciones metacarpo falángicas de ambas manos producto de la Chicungunya diagnosticada hace un mes y con gran limitación para hacer sus actividades laborales.

Cada uno de las decenas de casos que he visto ha tenido un debut clínico distinto al otro, algunos ni siquiera recuerdan que les haya picado un mosquito, otros se han recuperado en prácticamente un fin de semana y lamentablemente otros (la gran minoría) aún tienen secuelas. En estos días la conducta más frecuente que he tomado con los casos sospechosos ha sido “la conducta expectante”. Si bien el panorama de esta epidemia es que apenas  estamos en fase ascendente, dada  las condiciones que  prevalecen en Venezuela (es un virus nuevo, la población no ha estado nunca expuesta al virus, las lluvias y la ausencia de políticas públicas efectivas entre otros elementos), y pese a que hemos escuchado a algunos epidemiólogos prominentes  afirmando que todos padeceremos de Chicungunya tarde o temprano, yo por mi parte tengo la esperanza -evocando la triada de la enfermedad y que no sólo basta la presencia  de un virus para adquirir una patología- que la afectación no será tan masiva en nuestro país.

Mientras tanto, cada vez que veo un mosquito y le identifico sus rayas blancas, busco la manera de desaparecerlo y cuando me han picado he dicho: ¡ Ay Dios mío! Ojalá este bicho no venga cargado de Chicungunya.

Finalmente reflexiono en voz alta y confirmo que  para mí la incertidumbre alrededor de la Chicungunya se ha reducido, no por la lectura sino por el contacto cercano con los pacientes quienes me han permitido ver que el cuerpo es fascinante y su capacidad natural de auto curación es asombrosa  y nosotros los  Venezolanos hemos tenido que pasar muchas pruebas –especialmente este año- y que pese a que nos  “encorve” una enfermedad y hasta nos tumbe, tenemos la fortaleza, no sólo física sino emocional, de levantarnos y salir fortalecidos.

Profa. Yohama Caraballo-Arias M.D.
Especialista en Medicina Ocupacional

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