domingo, 2 de junio de 2013

La técnica de las palomitas de maíz para vencer la procrastinación

La técnica de las palomitas de maíz para vencer la procrastinación

Fecha: Mayo de 2013
Por: Jero Sánchez

Si quiere terminar un trabajo difícil, empiécelo a realizar.
























Muchas veces cuando nos enfrentamos a tareas importantes que son especialmente difíciles o que no nos gustan, tenemos la tendencia a ignorarlas. Es decir, caemos en la procrastinación; preferimos ocuparnos en otras actividades supuestamente igual de relevantes, pero que en realidad no lo son. Por ejemplo, podemos elegir reorganizar la lista de pendientes una y otra vez, o hacer algún pequeño ajuste en el diseño de un proyecto, antes que revisar el presupuesto de gastos. El resultado, frustración y sentimientos negativos, porque en el fondo sentimos que no estamos haciendo lo que deberíamos.
Sin embargo, existe una técnica muy sencilla para derribar esa barrera que nos impide empezar y terminar aquellas labores poco atractivas: la técnica de las palomitas de maíz.
Con seguridad, a todos nos ha pasado que así no tengamos hambre, si alguien nos ofrece una palomita de maíz, la aceptamos y la comemos de forma casi automática, después tomamos una segunda, una tercera, y así sucesivamente. En un proceso inconsciente, si nos dejan, nos comeremos todas las palomitas hasta terminar la bolsa. Lo único que tuvimos que hacer fue dar el primer paso, tomar la primera palomita y llevarla a la boca.
El mecanismo para iniciar y terminar las tareas funciona de forma muy parecida, pues el principal problema al que nos enfrentamos con las actividades difíciles es dar el primer paso. Una vez vencemos la resistencia inicial, todo se desencadenará automáticamente, casi sin esfuerzo.
Cuando tengamos ante nosotros un trabajo arduo o potencialmente aburrido, propongámonos trabajar en él 5 minutos. Hagamos el compromiso de que si después de este tiempo no queremos seguir adelante, lo abandonaremos y continuaremos con otra cosa. Lo curioso es que en la gran mayoría de ocasiones, esos 5 minutos son todo lo que necesitamos para derribar la barrera que nos impide hacer el trabajo. Una vez logremos un poco de concentración, el interés crecerá rápidamente. De esa forma daremos inicio a una especie de reacción en cadena que nos lleve a desarrollar esa actividad durante una hora, o incluso más tiempo, hasta terminarla.

3 fuerzas que intervienen en la procrastinación
Durante la jornada laboral, disponemos de tres factores que se van modificando a lo largo del día: la motivación, la fuerza de voluntad y la inspiración. De la conjugación de las tres depende en buena parte la productividad alcanzada. Analicemos uno a uno cada factor:
Motivación: es esencial para culminar los proyectos y no caer en la procrastinación. Cuando estamos desmotivados aumentan nuestras ganas de buscar una vía de escape para zafarnos de las obligaciones que resultan tediosas. Esta característica es la más volátil y puede verse mermada por cualquier suceso como una respuesta antipática de un compañero, un error inesperado en la computadora, etc.
Fuerza de voluntad: generalmente iniciamos el día cargados de fuerza de voluntad, no obstante, se va desvaneciendo progresivamente a medida que nuestra mente se va fatigando fruto del estrés y el cansancio, por lo tanto, no deben dejarse las decisiones de responsabilidad para el final de la jornada, sino los trabajos más vocacionales (los que fluyen fácilmente). Algunos estudios indican que la fuerza de voluntad puede restablecerse temporalmente tras un aporte de glucosa, es decir, tras comer algo o tomar una bebida dulce.
Inspiración: aparece mejor en la tarde que en la mañana, lo que hace frecuente que personas que tienen un trabajo eminentemente creativo (diseño, escritura, arquitectura, etc.) tengan sus momentos más intensos al final de la tarde o durante la noche.
El siguiente diagrama muestra una posible aplicación de la interacción de estas tres fuerzas repartidas a lo largo de la jornada laboral y el tipo de actividad recomendada para cada fase según las características de las mismas:

Si culminamos las tareas planeadas, experimentaremos una sensación muy agradable, ya que ser capaces de empezar y terminar este tipo de labores nos ayudará a estar más motivados y a querer afrontar nuevas responsabilidades, mejorando nuestra autoestima y satisfacción personal.

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