sábado, 9 de noviembre de 2013

Dime cómo es tu desorden y te diré cómo eres

El desorden, silencioso y astuto, puede irse acumulando sin que te des cuenta: pilas de ropa amontonada, cajones repletos de objetos que ya ni sabes que tienes, estantes llenos de libros que nunca leerás, son algunas de sus manifestaciones más comunes. Existen tantos motivos para originar el desorden como personas desordenadas.


Descubre si te identificas con alguno de estos perfiles:

El postergador: el “otro día me ocuparé de eso” termina olvidado en una montaña de facturas sin archivar, periódicos viejos y objetos dañados. El postergador deja platos sucios en la cocina y ropa mojada en la lavadora. Es una forma de actuar que sólo genera atascos y aplazamientos. No todo debe esperar; mañana podemos vernos agobiados al tener que enfrentar tantos asuntos que han quedado inconclusos. Pon una fecha límite para realizar las cosas y no la incumplas. Por ejemplo, si te propones ordenar tu archivo de documentos, marca en el calendario una fecha “de cierre”. Si no la cumples, lo que no se ordena se bota.




El acumulador: son personas que se ocultan detrás del desorden. Siguen la tendencia de acumular bajo el pretexto de que “todo puede servir”. Guardan absolutamente todo: periódicos, folletos, bolsas de plástico, ropa usada, juguetes viejos, etc. Este hábito es muestra de inseguridad, piensas que si te liberas de tus posesiones en el futuro te harán falta y las extrañarás. Entonces, terminas lleno de objetos inútiles que probablemente nunca vayas a usar. Es hora de que les digas adiós.


El sentimental: el coleccionista del corazón. No encuentra recuerdo que no le guste o no quiera conservar. Cuadernos del colegio, tiquetes de viajes realizados, tarjetas, dibujos y cartas forman parte de sus “tesoros”. Para hacer un poco de orden confina todos los recuerdos a una caja. Elige los artículos más representativos y, por mucho que te cueste, bota el resto.



El perfeccionista: vive en el mundo del todo o nada y se vuelve su propio obstáculo a la hora de ordenar, porque siempre le falta el tiempo o recursos para hacerlo intachablemente bien. Así, en pos de la perfección, elige posponer la tarea antes que ejecutarla mal. Por ejemplo, si sobre el escritorio tiene pilas de documentos, al momento de ordenarlos si no tiene el tiempo para terminar, si no encuentra los lugares adecuados para guardarlos, las carpetas y las etiquetas con los colores apropiados para seleccionar cada tema, no hará nada. Aborda el 20% de la tarea: ordena lo básico y termina con el caos. Luego, con más tiempo, puedes ocuparte del 80% restante, los detalles.

Trucos para ordenar eficazmente
  1. Prepara bolsas de basura para meter artículos rotos o cosas para botar, bolsas para lo que entregarás con fines benéficos o darás a los amigos y cajas para lo que conservarás.
  2. Etiqueta el contenido de las cajas para saber lo que contienen.
  3. Limpia mientras ordenas.
  4. Cada vez que lleves a casa algo nuevo, procura encontrar algo que puedas reciclar o de lo cual deshacerte.
  5. No intentes arreglar todo el lugar el mismo día, ataca una habitación por vez y ponte límite de tiempo.
Ahora que sabes las diferentes personalidades por las que se puede regir el desorden, determina cuál se acomoda a tu estilo de vida y práctica las anteriores recomendaciones, te serán de gran utilidad.

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